Con la misma fuerza

Y al final de cuentas siempre a lo mismo vamos
mismos errores, mismos tropiezos, mismos resultados.
De nuevo la inseguridad, testigo de nuestras elecciones
y es que su presencia intimida a la necesidad de razones.

Siempre tan coherente como incoherente
siempre tan ajena a la percepción sobresaliente
Y otra de nuestras razones desordeno las cartas.
Cada avance, cada buen movimiento, de nuevo, todo atras
y ¿porque? me pregunto (en silencio)
y ¿porque? te preguntas (en silencio)
y ¿porque? te pregunto (no respondes)
y ¿porque? me preguntas (pero no me dejas responderte)

Cada abrazo, cada sensación, cada momento
estremecen nuestros cuerpos y nuestros sentidos.
Cada caricia, cada beso, cada sentimiento
se plasman sobre la superficie de nuestros latidos,

Y con esa misma fuerza…

Cada discusión, cada grito, cada malentendido
desgarran, lastiman, perforan nuestra fortaleza.
Cada desilusión, cada mala palabra, cada silencio
hacen que nuestros latidos se escondan de bajo de la mesa.

Es que es tanto el amor, y a la vez la tanta la frustración
que son las lagrimas las que pagan los platos rotos,
y las decisiones quedan excarceladas, impunes, con protección
y esta dulce condena nos perseguirá hasta secar nuestros ojos.

No puedemos ayudarnos, no podemos salvarnos
No podemos trazar una larga recta no podemos definirnos
Entiendo el porque de mis razones, y pocas son
Pero no entiendo mi accionar, mi corazon
No se puede querer, antes de quererse a uno mismo (no te dije)
Y yo no se pelear por lo que tiene sentido (no quise decirte)

Entradas populares de este blog

Desde el suelo en subida (improvisado)

La satisfacción del terco

La ropa